Intercambios
Mariano Daniele
07/05/2010
Con 17 años uno no se da cuenta de las dimensiones de las cosas. En esa ocasión, estaba peleando un lugar para lo que fue el mayor suceso de mi vida. Cuando el resultado llegó había logrado un lugar para el intercambio cultural con Fossano.
En febrero llegó el día de partir. Después de un largo viaje, escalas, esperas y demás llegamos a lo que iba a ser nuestra casa por más de un mes. En Italia conocí personas increíbles y lugares más allá de la imaginación (aunque internet y las fotos nos acerquen).
Las semanas que pasé con la familia fueron espectaculares. No sólo por el hecho de intercambiar nuestras culturas y costumbres, compartir momentos, conocer la cocina italiana; sino también porque me sentí como uno más de ellos. Tuve la fortuna de que en mi familia, haya un chico de mi edad, con el que compartí muchísimas cosas.
Dentro del intercambio, era obligatorio asistir a clases. Ahí conocí más gente de mi edad, jóvenes de escuela secundaria.
Tuvimos la oportunidad de viajar, conocer las principales ciudades de Italia, su historia, cultura, arquitectura, su gente, etc. También de conocer las ciudades cercanas a Fossano, esa zona del Piemonte que rodea la ciudad hermana.
Como todo, el intercambio tenía que terminar. Siendo ya marzo, debíamos tomar el vuelo de regreso. No me voy a olvidar nunca de esos días que pasé allá, lo bien que la pasé y cuánto disfruté de esa oportunidad única.
Sin embargo, todo no termina ahí, recibir a los italianos en mi ciudad también fue una experiencia inolvidable. Es el complemento, el cierre de toda la actividad. Para mí fue una manera de afianzar esa amistad con Fede, quien me recibió en su casa primero, luego yo lo recibí en la mía y con quien sigo en contacto hasta la actualidad.
Toda esta experiencia fue única para mí, hay mucho para decir, muchas anécdotas que contar, pero se nos iría la vida. Espero que algún día tenga la oportunidad de volver y reencontrarme con la gente que deje atrás ese 10 de marzo de 2010.
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